
Según otras versiones, tenía cabeza
de asno, su torso cubierto de plumas y alas tan grandes que al extenderlas
oscurecía la luz del sol. Sus dedos eran serpientes. Por su boca lanzaba
grandes rocas llameantes.
Tifón ambicionaba el dominio del
mundo. Tras una serie de batallas en las que inicialmente perdieron los dioses,
Zeus contraatacó y fulminó al Tifón con sus rayos y lo sepultó en el monte
Etna, motivo por el cual, rabioso, el monstruo cautivo vuelve a vomitar fuego,
de vez en cuando.
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